jueves, 2 de junio de 2011

Hay que imitar a Vélez

El entrenador de Vélez, Ricardo Gareca, entendió que para afrontar la Copa Libertadores y el Torneo Clausura no era indispensable dividir el plantel en titulares y suplentes. La lectura que hizo el Flaco, si bien puede ser rebatida, denotó un mensaje que los jugadores recibieron sin filtro: ir a buscar todo con las mejores armas disponibles. Existirán los que le cuestionen al director técnico el desgaste lógico que iban a sufrir los futbolistas, pero Gareca podrá levantar la mirada y decir sin sonrojar que no especuló en ningún momento y que no se conformó sólo con luchar. Gareca expuso una propuesta ambiciosa y, aun sabiendo que el que arriesga corre el riesgo de perder, eligió morir de pie.

Cuando muchos entrenadores prefieren regalar una competencia para apostar a un solo frente, el Fortín enseñó que no es utópico creer en la convivencia entre la efectividad y la seriedad. Porque se puede batallar sin la necesidad de pisotear la honestidad profesional. Mientras algunos orientadores subestiman y desacreditan los campeonatos domésticos y preparan formaciones que no están a la altura de las circunstancias, Gareca, con una dignidad impoluta, optó por ser responsable. Cuando hay prestigio en disputa no se debe negociar el esfuerzo.

Vélez se topó con Peñarol y en las manos del Manya encontró el final de la aventura internacional. El sello de la eliminación lo signó el penal que marró Santiago Silva, aunque el delantero fue un estandarte del compromiso que transmitió Gareca. Vélez se encolumnó detrás de la idea del Flaco y se llevó el premio de haber estado cerca de llegar a la instancia decisiva de la Libertadores. Si bien no logró el objetivo, la recompensa no es despreciable. A pesar de la eliminación, los hinchas, en un gesto de reconocimiento, despidieron al equipo con aplausos, porque consideraron que el desafío de no entregarse merecía la ovación generalizada.

El próximo lunes el Fortín irá a defender el liderazgo que ostenta en el Clausura. Un liderazgo que ganó a partir del envite osado del Tigre y de los jugadores. Sería injusto que este traspié desmorone la imagen de un grupo que sabe lo que quiere y que pone el talento individual al servicio del andar colectivo. Un resultado no puede modificar la hidalguía de un proceso.

“Quiero que el equipo tenga una característica parecida a la exitosa década del 90. Mi expectativa es pelear los primeros puestos”, expresó el Tigre cuando fue presentado como director técnico de la institución de Liniers, a fines de 2008. El tiempo le dio la razón. Gareca demostró que no hay que ser complaciente, que el que se relaja tiene más posibilidades de caer. Su Vélez es un ejemplo a imitar.

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