jueves, 21 de abril de 2011

Bielsa sin fronteras

Emprender un viaje por la vida de Marcelo Bielsa provoca inevitablemente un encuentro profundo con la genética del fútbol. Bielsa lleva de Loco sólo el apodo, porque la pasión por el trabajo y la dedicación para ofrecer un producto mejor jamás podrían asociarse con la demencia. Bielsa irradia sentimientos en cada una de sus acciones. Y en la concepción de sus equipos se puede ver su filosofía interpretada por once seres humanos que, además de jugar al fútbol con una pelota, defienden una idea y una serie de conceptos que, enlazados, dignifican la esencia del deporte. ¿Cuál es el objetivo? Proteger esa idea más allá del resultado final, ni más ni menos. Ganar es importante, sí, todos compiten para ganar, pero aún más importante es no alterar la conducta para conseguir el triunfo. Para Bielsa el camino es tan trascendental como el desenlace mismo. Y no se equivoca.

Román Iucht, un periodista pulcro y dispuesto a contar una historia imperdible, exteriorizó lo que muchas veces Bielsa, por su perfil reservado o simplemente por no romper códigos tácitos, prefirió guardar en su interior. De ahí nace Marcelo Bielsa, la vida por el fútbol, un libro digno de ser leído y, por supuesto, una trama digna de ser contada. Iucht, a través de una búsqueda fina, recabó material desde los primeros años del rosarino hasta su experiencia en la selección chilena. Iucht indaga, se pregunta, insiste y consigue herramientas que logran desentrañar y justificar la personalidad y el accionar de un hombre que se despierta pensando en fútbol y se acuesta del mismo modo. Bielsa es más que un simple director técnico; Bielsa, a la vez, es formador y educador, aunque su humildad considere que esos aspectos no son inherentes a su persona.

Para sintetizar parte de la idiosincrasia de Bielsa, Iucht, como introducción al tercer capítulo, resalta una valoración del Loco: “Estoy convencido de una cosa: fui feliz cuando disfruté del amateurismo, cuando crecí enamorado de mi trabajo. Tengo un profundo amor por el fútbol, por el juego, por la esquina, por el baldío, por el picado, por la pelota. Y desprecio todo lo añadido”. Otro más: “Sé que la alegría de un triunfo en un partido dura cinco minutos, termina y hay una sensación de efervescencia, de adrenalina al tope que genera excitación y felicidad. Pero son apenas cinco minutos y después hay un vacío enorme y grandísimo. Y una soledad indescriptible”.

Hoy parece improbable que Bielsa vuelva a dirigir en la Argentina. Las urgencias, las presiones desmedidas y la voracidad de un resultadismo exagerado son condimentos que no se relacionan con los tiempos del Loco. Bielsa propone un proyecto que el fútbol argentino, mientras continúe sumergido en esta nebulosa perversa, no es capaz de examinar. Sólo una requisitoria de Newell´s podría cambiar los planes. El rosarino renunció al cargo de entrenador de la Selección el 14 de septiembre de 2004 pero dejó un legado indeleble. Iucht, gracias a las manifestaciones de varios protagonistas (Nelson Vivas y Cristian González, entre otros), atestigua la huella de Bielsa.

Marcelo Bielsa, la vida por el fútbol es una obra que refleja el costado noble y sensato de Bielsa, lo que en verdad representa su testimonio a lo largo de más de dos décadas de trayectoria. Bielsa ha ganado un duelo significativo: además de ser un director técnico respetado, consiguió imponer las bases éticas que él mismo delimitó y que por lógica honró en todas las instancias. Iucht, quien merece un reconocimiento por haber elaborado un ejemplar preciado, demostró que atrás de Bielsa hay un mundo inagotable que vale la pena recorrer.

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