jueves, 6 de enero de 2011

Protestas, llantos y otras yerbas

Innumerables son los metros de tela que deja cada campeonato de Primera División del fútbol argentino. Lo cierto es que se produce un fenómeno de traducción inexpugnable: interpretar el fútbol como una construcción independiente de la sociedad sería resignar buena parte de la capacidad cognitiva. Si el deporte nacional por excelencia estaba limpio de vicios y de modos vulgares, el transcurrir del tiempo incrementó un conjunto de impurezas que abrazaron la pelota en cada uno de sus extremos. Se hizo un culto de la protesta, y así se le dio la bienvenida a un terreno en el que vale cualquier artimaña para sacar ventaja. Una fotocopia del mal gen argentino. Quizá un especialista lo relacionaría con algún componente del facilismo humano. Es más sencillo culpar a un tercero que asumir los errores propios. La mayoría de los entrenadores, futbolistas y dirigentes del medio local pueden dar fe.

Un error arbitral puede ser proporcional a una situación en la que un jugador desperdicia una oportunidad de gol abajo del arco y sin oposición rival. Pero el trabajo se cambió por el reclamo desmedido e injustificado. Ya hay resguardo para la oculta mirada interior: se recurre a la desaprobación, a la demanda, a la condena y al juicio de valor gratuito y sin sustento. ¿Adónde quedó el espíritu voraz que aparentan los machos viriles del fútbol? Si la esencia de la pregunta fuera real, no quedó claro qué rol ocupan los recios que pregonan franquezas falaces.

Los protagonistas se quejan. Se quejan sólo de lo que les conviene quejarse. Y el público, a su vez, podría quejarse por semejante acto de cobardía. El espectáculo también lo construyen los jugadores, los técnicos y los dirigentes. Suelen hablar de códigos y de sellos implícitos, pero se olvidan que cargan parte de las penurias por no ser condescendientes con lo que predican en su discurso. Así, les faltan el respeto al juego y a los hinchas del fútbol.

1 comentario:

  1. partamos de la base de que las mañas y jugarretas tambien se dan por parte de la dirigencia cuando ven a ese recoveco al costado de sus pantalones y deciden empañar este deporte con tal de sacar algunos pesitos.
    Somos todos conscientes de lo devaluado que están nuestras ligas domesticas, por lo tanto ¿que mejor manera de desviar la mirada de ese hincha enfervorizado que inculcar que lo desvalorizado son los arbitrajes?, es decir, pitazo final, el arbitro no te cobro el penal faltando uno para el adicionado, a las puteadas limpias con este, mientras minutos más tarde, luego de toda esa ira descargada hacia el colegiado, se ovaciona al equipo que apenas transpiro unas gotas como para ganarse el mes.
    Cosas para pensar no?

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