martes, 16 de noviembre de 2010

Los tiempos cambian, la prensa también

La proliferación de los medios de comunicación invadió el panorama mundial a la misma velocidad que los avances tecnológicos sorprendieron a los consumidores. La suma entre dos factores que actúan con complementariedad entrega un producto atractivo y a veces no tanto para quienes pretenden satisfacer sus necesidades a través de las expresiones culturales. En los grandes acontecimientos se ven reflejadas las exposiciones y las intencionalidades. Un Mundial de fútbol, por ejemplo, atrae a periodistas de países cuyas selecciones no participan de la competencia. El abanico se abre; el juego también.

Para marcar un gran hito hay que remontarse a 1903, cuando el Diario La Nación mandó por primera vez a un envidado especial al exterior para que cubriera el partido entre las selecciones de Uruguay y de la Argentina (la Celeste se impuso 3-2). El enviado fue Ángel Bohígas. Pero los tiempos cambian, claro, por eso imaginar hoy una cita deportiva con la presencia de un solo periodista sería ilógico por donde se lo analice. Años más tarde, uno de los hechos más relevantes en la historia del fútbol argentino fue la gira por Europa que tuvo como protagonista a Boca Juniors en 1925. Allí, la presencia de Victoriano Caffarena, un hincha del Xeneize que viajó con la delegación, motivó una de las primeras participaciones preponderantes de un periodista: Pablo Rojas Paz, del Diario Crítica, que denominó a Caffarena como el “jugador número 12”, seudónimo por el que actualmente se conoce a la afición del club.

Con el tiempo se registró un crecimiento acentuado de una industria periodística que, si bien depende del accionar de los protagonistas (los futbolistas, por ejemplo), es capaz de producir contenidos por sus propios medios. Los Bohígas se multiplicaron, los canales de expresión también, y así se desembocó en la puesta en escena que exhibió el último Mundial. Antes de que comience la competencia, desde la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), a través de Jerome Valcke, el secretario general, estimaban que la audiencia en los 64 partidos iba a alcanzar los 26.000 millones de espectadores en el planeta.

La inversión mediática fue, en términos generales, proporcional al consumo. ¿Qué quiere decir esto? Que el fuerte depósito de dinero, ya sea para calidad de imágenes, profesionales especializados o producción integral, aumentó la cantidad de personas que absorbieron el producto final. Y aquí hubo una participación preponderante de Internet, que en el primer Campeonato del Mundo que se disputó en África alcanzó una magnitud inusitada. Las constantes actualizaciones online posibilitaron un seguimiento al instante de las variantes de los cotejos desde cualquier punta del mundo. El sitio web oficial de la FIFA, además, ofreció estadísticas que incluso fueron material de apoyo permanente en las transmisiones. La venta de los abonos de cable también incrementó. En tanto, YouTube, por un pedido expreso de la FIFA, tuvo que eliminar todos los videos vinculados al Mundial para no violar la exclusividad que poseyeron aquellos que compraron los derechos de televisación.

Para dimensionar la masa que convoca la Copa del Mundo vale mencionar un ejemplo autóctono: hubo tres agencias de noticias argentinas acreditadas, tres agencias de fotografías, 26 diarios nacionales y cinco revistas. Se estima que más de un centenar de periodistas de la Argentina llegaron a tierras sudafricanas para cubrir el evento más importante del mundillo futbolístico.

No obstante, y a pesar de la multitud que resalta, surgió un aditamento interesante, que invita a la reflexión colectiva. Alejandra Waigandt, de Artemisa Noticias, escribió un artículo que hace referencia a la “discriminación” a las mujeres “en la cobertura de la Copa Mundial”. Waigandt agregó que los medios gráficos más importantes de la Argentina (Clarín, Olé y La Nación, entre otros) no incluyeron periodistas deportivas, así como tampoco lo hicieron los canales de televisión abierta y por cable. Sólo se resaltan presencias femeninas en una pequeña porción de medios, por ejemplo la radio.

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