
Hoy, a 50 años del nacimiento de la personalidad más importante del mundo futbolístico, puedo decir con orgullo que mis credenciales religiosas me las otorgó un D10S de carne y hueso. El mismo D10S que me hizo entender que con la pelota en los pies era capaz de generar un concepto filosófico que pude interpretar con la mirada. Y con el corazón, claro.
No me pidan que pise catedrales, capillas ni basílicas. Mis únicas pleitesías se las ofrendo a este D10S en cada letra que derramo sobre el renglón. Así soy feliz. Con este D10S que me regala alegrías infinitas soy feliz... Déjenme tranquilo... Soy inmensamente feliz.
¡GRACIAS POR TODO, DIEGO!
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