miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ramón Díaz se refunda

La verborragia es un componente más de su cuerpo. Algunos lo tildan de soberbio y arrogante, pero los pergaminos de Ramón Ángel Díaz hablan por sí solos. Hay una personalidad fuerte, que avasalla, aunque también hay autoridad: las palabras del Pelado se anidan en el peso propio de la estadística, un argumento irrefutable. Sin embargo, más allá de los títulos, en la versión 2010 del riojano, quizás más gasolera, no se encuentran demasiados puntos de contacto con el kilometraje que recorrió en el pasado. El tiempo transcurre y lo que ayer fue resplandeciente hoy puede ser austero. San Lorenzo, ya sin el apoyo incondicional del grupo inversor que apiló dólares para contratar figuras rutilantes, tuvo que amoldar el presupuesto a los valores del fútbol argentino.

Cuando Díaz firmó el regreso al Ciclón sabía que la situación económica del club era diferente a la del 2007. En aquel momento, Ramón pedía y los dirigentes, con la ayuda de los capitales externos, sumaban futbolistas de alta gama. La Ferrari que dio la vuelta olímpica en el Torneo Clausura 2007 se transformó en un Falcon. Enorme diferencia fisonómica pero imperceptible abismo funcional. Nadie es capaz de garantizar que el final del Torneo Apertura 2010 va a encontrar a San Lorenzo en la primera ubicación, no obstante, el ex director técnico de River corre atrás de un desafío interesante. Ah… su equipo, disputadas cuatro fechas, está a dos puntos del líder.

Ramón siempre fue el hombre de los planteles luminosos. En el Millonario gozó con los enganches del mejor Ariel Ortega, los goles de Hernán Crespo y la calidad superlativa de Enzo Francescoli, entre otros monstruos. En el América de México, si bien lo echaron porque los resultados le dieron la espalda, aprovechó la chequera y se despachó con incorporaciones top (el mundialista chileno Jean Beausejour, por ejemplo). Después, si bien los jugadores resolvieron, volcó su capacidad para formar grupos y, así, pudo complementar la idoneidad del conductor con la riqueza técnica de sus dirigidos. En esa retroalimentación necesaria, el Pelado encontró el equilibrio justo. Y es un mérito.

Ahora debe hacer mucho con poco, utilizar la experiencia para demostrar que puede instalarse en la lucha grande aun sin las estrellas de otros años. Es un gesto de humildad dentro de la altanería que muchos, con mayor o menor grado de certeza, le atribuyen. Para Ramón es como volver a empezar. Si apostó en su vuelta a San Lorenzo es porque sabe que tiene la espalda ancha para soportar las presiones. El Pelado, uno de los mejores entrenadores del medio local, redobla la jugada y pide fichas para adornar el paño verde. Sostiene un sueño. Y a pesar de que el tiempo haya cambiado, las convicciones son las mismas de siempre. En el estómago del riojano todavía está abierta la puerta del apetito voraz.

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