
Cuando Díaz firmó el regreso al Ciclón sabía que la situación económica del club era diferente a la del 2007. En aquel momento, Ramón pedía y los dirigentes, con la ayuda de los capitales externos, sumaban futbolistas de alta gama. La Ferrari que dio la vuelta olímpica en el Torneo Clausura 2007 se transformó en un Falcon. Enorme diferencia fisonómica pero imperceptible abismo funcional. Nadie es capaz de garantizar que el final del Torneo Apertura 2010 va a encontrar a San Lorenzo en la primera ubicación, no obstante, el ex director técnico de River corre atrás de un desafío interesante. Ah… su equipo, disputadas cuatro fechas, está a dos puntos del líder.
Ramón siempre fue el hombre de los planteles luminosos. En el Millonario gozó con los enganches del mejor Ariel Ortega, los goles de Hernán Crespo y la calidad superlativa de Enzo Francescoli, entre otros monstruos. En el América de México, si bien lo echaron porque los resultados le dieron la espalda, aprovechó la chequera y se despachó con incorporaciones top (el mundialista chileno Jean Beausejour, por ejemplo). Después, si bien los jugadores resolvieron, volcó su capacidad para formar grupos y, así, pudo complementar la idoneidad del conductor con la riqueza técnica de sus dirigidos. En esa retroalimentación necesaria, el Pelado encontró el equilibrio justo. Y es un mérito.
Ahora debe hacer mucho con poco, utilizar la experiencia para demostrar que puede instalarse en la lucha grande aun sin las estrellas de otros años. Es un gesto de humildad dentro de la altanería que muchos, con mayor o menor grado de certeza, le atribuyen. Para Ramón es como volver a empezar. Si apostó en su vuelta a San Lorenzo es porque sabe que tiene la espalda ancha para soportar las presiones. El Pelado, uno de los mejores entrenadores del medio local, redobla la jugada y pide fichas para adornar el paño verde. Sostiene un sueño. Y a pesar de que el tiempo haya cambiado, las convicciones son las mismas de siempre. En el estómago del riojano todavía está abierta la puerta del apetito voraz.
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