miércoles, 14 de octubre de 2009

No se mancha, pero por momentos se tiñe


La clasificación al Mundial es una realidad. Está. Argentina, después de tanto sufrimiento, será testigo presencial de la máxima cita a nivel futbolístico. El pitazo final de Carlos Amarilla desató la locura, la emoción y el llanto contenido de millones de almas. Saber que en noventa minutos podías ir a Sudáfrica, alcanzar el Repechaje, o también quedarte sin el pan y sin la torta, levantó la adrenalina al punto máximo de ebullición. La Selección, con mucho sacrificio y muy pero muy poco juego, alcanzó el principal objetivo. Sin embargo, en vez de analizar primero lo que pasó adentro de la cancha, hay que hablar, otra vez, de las estruendosas declaraciones de Diego Armando Maradona. Sus palabras lastimaron. En realidad, es una desprolijidad más dentro de un cúmulo de situaciones extrañas que rodean a éste proceso. Lamentablemente, el Diez sacó a relucir la cara que nadie desea observar. Y la bomba verbal resultó una falta de respeto hacia los periodistas, hacia el pueblo argentino, hacia los dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino y hacia los futbolistas.

Maradona habló desde la soberbia y la impunidad que posee todo ser “superpoderoso”. Nunca se justifican declaraciones de ese calibre, pero mucho menos después de un triunfo. Creer que los que critican son enemigos y merecen ser denostados es un pensamiento impropio de una persona inteligente como Diego. Aquí, sin dudas, queda en evidencia el grado de impunidad que maneja un personaje del grosor de Maradona. Y, justamente, ser Maradona no lo hace ni mejor ni peor ser humano que cualquier otro mortal, aunque él tenga más de una vida. Su mensaje es repudiable e insano. El director técnico dice “tener memoria”, pero pareciera que por momentos olvida que los comunicadores sociales le abrieron las puertas para que pudiera expresarse aún en los peores momentos de su vida personal. De que recurre a ellos cuando le conviene, y que los denigra públicamente cuando la mano viene cambiada.

Ajusticiar al que piensa distinto es, al fin y al cabo, revolver las atrocidades que cometieron Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Agosti, entre otras personalidades nefastas y oscuras dentro de la historia de nuestro país. En todo caso, y planteado desde un ángulo racional, bienvenido el disenso y el intercambio de opiniones, el diálogo abierto y plural. Opinar de otra manera lejos está de ser una condena. Si Maradona no puede resistir las críticas de la prensa, bien podría dar un paso al costado. De lo contrario, deberá entender, aunque sienta herido su orgullo, que una palabra distinta vale igual que la propia. Quedó claro que el “sí Diego” y el venerar todo lo que hiciera el DT, lo perjudicó. Por eso, a pesar del fanatismo, es necesario discernir y establecer diferencias. No todo lo que haga el seleccionador argentino es correcto, eso corre por cuenta, por ejemplo, de Marcelo Palacios y Gastón Recondo, quienes, con el afán de conquistar el corazón maradoniano, justifican lo injustificable. Y no se dan cuenta que lo terminan perjudicando.

Volviendo al término “soberbia”, Maradona incurre en el camino de los que golpean cuando el paladar saborea el sabor dulce. En la conferencia de prensa que brindó después del halago ante Uruguay, dijo que el primer tiempo frente a Perú había sido “espantoso”. Claro, con el pasaje en el bolsillo. Porque en el Monumental, cuando todavía restaban cuatro días para el choque con los dirigidos por Oscar Tabárez, no se animó a calificar de esa forma la tarea del equipo nacional. Así es fácil.

Para cerrar el tema impunidad, hay que decir que Maradona disparó con la chapa de su apellido, mostrando la credencial que lo alza como el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Si lo hubiese dicho otra persona, tendría los minutos contados. En teoría, se espera otro tipo de comportamiento del orientador de la Selección, quien, por momentos, actúa como un hincha de tablón, cuando desde su lugar debería contar con una postura intermedia y racional. Diego repitió que se debe una charla con Julio Grondona… ¿El Jefe se expresará al respecto? No se sabe. Mucho menos en los tiempos que corren, en los cuales si te parás en la vereda opuesta mereces el infierno.

Las últimas dos fechas de Eliminatorias, en el césped, dejaron una sensación ambigua. Argentina ganó, es cierto, pero el rendimiento preocupa, así como también ciertas decisiones del cuerpo técnico. El proyecto está verde. Maradona no logra imponer su idea, los jugadores se pierden con total naturalidad y los resultados deportivos se consiguen más por empuje que por convicción. El gol de Gonzalo Higuaín se transformó en un arma de doble filo. Se suponía que los espacios iban a aparecer y que el marcador terminaría con mayor diferencia, pero la situación se planteó sobre otras bases. La inseguridad ingresó en el cuerpo e, increíblemente, se dejó crecer al elenco que quedó último en la tabla de posiciones, al peor equipo de la competencia. Sin la posesión de la pelota es imposible, y los nuestros regalaron el balón y el terreno. Dejaron respirar a Perú, que encontró los huecos y fue al frente, sin demasiados argumentos. En vez de agredir a los periodistas, el DT debería poner sus energías en lo que rodea al conjunto. Después, Martín Palermo sumó un nuevo capítulo y evitó lo que hubiese sido un papelón gigantesco.

En Montevideo se apostó a aguantar. Argentina jugó mal, como lo viene haciendo desde hace mucho tiempo. Especuló y se vio beneficiada porque Uruguay nunca pudo hacer sentir la condición de local. La expulsión de Martín Cáceres y el grito de Mario Bolatti, todo en menos de cinco minutos, inclinó la balanza. Los cambios del Diez retrasaron las líneas sin necesidad. En consecuencia, la Selección no pasó la barrera de la mediocridad.

Maradona tiene que dejar de desgastar los micrófonos y empezar a desgastar los pizarrones. Se necesita mucho más trabajo y dedicación. ¿A dónde quedó el Diego que viajaba a Europa para reunirse con los jugadores? ¿Por qué ahora manda a Carlos Salvador Bilardo? En fin… Como expresó Juan Sebastián Verón, la clasificación “es un desahogo, no un festejo”. Los acontecimientos indican que no existen motivos que fundamenten el descorche. No hay solidez defensiva, el mediocampo no se afirma, y la delantera pesa poco. Falta claridad en el mensaje que baja el cuerpo técnico (¿eso también es culpa de la prensa?). Faltan ideas. Faltan argumentos para pensar en ganar la Copa Mundial. Por ahora, las cosas se están haciendo mal. Todos deseamos que se dé un giro sustancial y que lleguen tiempos mejores.

2 comentarios:

  1. EXCELENTE NOTA CAMI ...Una pena que Diego usara un vocabulario tan enfermo, como absurdo y lo repitiera una y otra vez con una impunidad que desafía a la educación y a
    las buenas costumbres.

    Antes de expresar todo lo que dijo , él debe recordar que es un representante Argentino a los ojos del mundo ...

    Lo lamentable de esto es que si bien
    alguien debería llamarlo al orden estoy seguro nadie lo va a hacer, PORQUE DIEGO VENDE... ya que la permisividad dada a los mediocres, da ganancias, llena espacios mediáticos, se extiende en el tiempo, tiene efectos colaterales y como los terremotos, produce réplicas afines.

    Esto es la Argentina. Detrás de un triunfo deportivo se agazapa la falta de educación. Y muchos aplauden.

    Abrazo y Felicitaciones por tu trabajo Cami !!

    Sony.-

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  2. Muy bueno tu artículo, Camilo!
    Lamentablemente la impunidad es una constante en nuestra historia. Por eso es necesario que, cada uno desde su lugar, le haga frente.

    Te felicito!

    Un abrazo enorme
    Gabriela

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