miércoles, 10 de junio de 2009

Se escapó la tortuga


Si bien las posibilidades de llegar a Sudáfrica siguen latentes, Argentina retrocedió casilleros y entró en un camino delicado. Podría decirse que el partido se empezó a perder desde un aspecto fundamental: el psicológico. Con el antecedente fresco de la goleada histórica en Bolivia y con lo que le cuesta a este equipo jugar de visitante (apenas 5 puntos sobre 21), había que capitalizar las opciones de gol. De lo contrario, los 2.850 metros iban a convertirse en el principal aliado de los futbolistas ecuatorianos. Y así ocurrió. El perdón meramente religioso se trasladó al Estadio Olímpico de Atahualpa y los de Sixto Vizuete, contundentes, pusieron fuera de combate las aspiraciones de nuestra Selección.

Las acciones, en el arranque, vibraron al tempo lento de una tortuga, que Argentina, increíblemente, dejó escapar. Los jugadores, calientes con el corazón y fríos con las piernas, despilfarraron cuanta aproximación tuvieron cerca: Carlos Tevez con un zurdazo, Lionel Messi con el arco vacío, entre las más destacadas. Primera muestra de debilidad.

Las paredes de la psicología se vinieron abajo a los 28´, cuando Marcelo Elizaga le tapó un penal a Tevez, quien disparó (una masita) con el botín derecho cargado de displicencia. Ahí murieron las esperanzas de un equipo que se plantó bien y que logró jugar con las líneas cortas. Todo fue Celeste y Blanco. Ecuador no pudo crecer, en gran parte por mérito de los de Diego Armando Maradona. Igual, en el fútbol la bondad queda de lado, los merecimientos no cuentan y el que se lleva los porotos es quien puede ejecutar con precisión cuando está frente al arco. No tenemos un especialista en ese rubro y, aunque intenten maquillarlo, es evidente. De más está decir que el delantero del Manchester, tras el yerro, desapareció del rectángulo.

La única llegada clara en el complemento fue la de Fernando Gago, que, desde el punto penal y en una posición cómoda, remató y motivó una excelente devolución de Elizaga. El cansancio se sintió y Ecuador, con tiempo y espacio, presionó a gusto. Otra vez Messi brilló por su ausencia y, cuando se lo precisó, no respondió. ¿Qué le pasa a Lionel? Es difícil de explicar, pero siempre que viste la camiseta argentina suma más malas que buenas. Como se expuso en la nota pasada, aún le falta muchísimo para ser “el nuevo Maradona”.

La falta de respuesta física, los metros sobre el nivel del mar, el asedio ecuatoriano, la confianza por las nubes del rival, la nula efectividad y la tardanza de Diego para meter los cambios, se convirtieron, con rapidez, en un cóctel explosivo que estalló dentro de la valla de Mariano Andújar. El resto fue similar a lo ocurrido en La Paz. Con la toalla por el piso apenas Walter Ayoví abrió la cuenta, se corrió poco y, más allá del ingreso de Diego Milito para atacar con tres puntas, la resignación venció a la sed de igualdad. En realidad, los recursos escasearon.

Buenas actuaciones de Nicolás Otamendi, quien, con apenas 14 partidos en la Primera de Vélez, hizo su debut en la Selección mayor y del arquero Andújar, que nada tuvo que hacer en los goles y respondió con altura cada vez que lo exigieron. Gago y Sebastián Battaglia se complementaron bien en el medio. Adelante hubo chispa en un principio pero con el correr del reloj se desdibujó la tarea de los atacantes.

Queda mucho por mejorar. Preocupa que el margen se vaya achicando y que, los que vienen de atrás, sumen y siguen subiendo. La clasificación no está asegurada, todo lo contrario, porque el fixture es complicado y Argentina no muestra credenciales. Sería aventurado hablar de fracaso, pero si se consiguen los pasajes, en estas condiciones, el Mundial será una nueva desilusión. Se necesita, para ponerse ésta camiseta, un compromiso muy grande. Algunos jugadores están aptos para rendir más y no lo pueden hacer.

Los partidos que vienen son fundamentales. Para colmo, el 5/9 se viene Brasil en el Monumental…

No hay comentarios:

Publicar un comentario