lunes, 27 de abril de 2009

Se comió el personaje


Los medios de comunicación, todos sabemos, tienen un poder más que interesante. Con sus herramientas, pueden demonizar o llevar al estrellato a cualquiera, según corresponda o convenga. Cristian Gastón Fabbiani, nacido en Ciudad Evita hace 25 años, es un ejemplo de lo segundo. Tribunero como pocos, el Ogro utilizó la “ayuda” mediática para cumplir el sueño de jugar en River, más allá de sus condiciones futbolísticas que lo transforman en un buen jugador.

Armó un personaje. Lo respaldó con un brillante semestre en Newell’s y, ante los primeros llamados provenientes de Núñez, montó un circo para terminar desembarcando en la institución presidida por José María Aguilar.

Fabbiani y River, a pesar de las trabas en la negociación con los dirigentes Leprosos, se juntaron por necesidad reciproca. El jugador buscaba dar ese salto en su carrera y, habiendo declarado su amor por River, se metió a los hinchas en el bolsillo sin siquiera haber firmado el contrato. El club, golpeado por las constantes frustraciones deportivas (el campeonato obtenido bajo la conducción de Diego Simeone fue un espejismo) y por la falta de referentes, movió cielo y tierra para tener entre sus filas a un hombre que respondía al estereotipo buscado. Dentro de este contexto, la historia tuvo un final feliz.

El delantero llegó con un estado físico deplorable, por ende tuvo que esperar para debutar oficialmente. Cuando lo hizo (frente a Nacional de Paraguay por la primera fecha de la Copa Libertadores) y empezó a tener continuidad, apenas “pagó” con un gol a Rosario Central. River lo necesita y aun no pudo retribuir dentro de la cancha todo el esfuerzo que se hizo para contratarlo.

Fabbiani equivocó los caminos. El agrandamiento periodístico le dio la cuota necesaria para tener la impunidad (en el buen sentido de la palabra) que todo personaje requiere. Demostró poca inteligencia a la hora de declarar y quedó ridículamente expuesto ante las evidencias. Canjeó ese Fabbiani aguantador, encarador y goleador por un Fabbiani lento, intrascendente y banal. Por que para mostrar credenciales hay que tener títulos, recorrido y trayectoria, y Cristian, hasta el momento, no reúne esas cualidades.

Debe mejorar muchísimo, sobre todo desde el punto de vista atlético, y para llegar a esto hay que dejar de hablar. Los grandes jugadores de fútbol se hacen respetar dentro del campo de juego, lo demás es para el chusmerío. El ex hombre de Lanús ha evidenciado que carece de humildad y para rememorar sus mejores tiempos deberá poner los pies sobre la tierra y trabajar como cualquier otro. Para ser ídolo le falta bagaje.

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