jueves, 16 de abril de 2009

Poco serio


Reinaldo Carlos Merlo, por sus últimas experiencias laborales, se transformó en un experto dando portazos. A esta altura, cualquier vientito para Mostaza resulta un torbellino incontrolable. Y el blondo, demasiado susceptible, opta por abandonar su cargo. Nadie puede poner en tela de juicio sus conocimientos futbolísticos ni su capacidad, pero Merlo no es el mismo.

En diciembre del 2001, luego de 35 de sequía, tocó el cielo con las manos y gritó campeón por primera vez en su carrera como técnico, por supuesto dirigiendo a Racing. Esos tiempos perecen lejanos, por que los 8 años que pasaron lo fueron desgastando de manera asombrosa, a tal punto que su paciencia transita los senderos más estrechos.

De ahí en adelante, todos sus procesos terminaron abruptamente. Después de quedar inmortalizado en una estatua tras dar la vuelta, fue contratado por Estudiantes de La Plata. Allí realizó una tarea interesante, incluso afianzó, entre otros jugadores, a Mariano Pavone, quien se cansó de hacer goles bajo la tutela del hombre de los cuernitos. Del Pincha se fue sorpresivamente por que los dirigentes, poco antes de arrancar la competencia, vendieron a Juan Ángel Krupoviesa al Boca multicampeón de Alfio Basile.

Luego, en River, mientras se desarrollaba la pretemporada en pleno verano del 2006, dio un paso al costado debido a un cortocircuito con Marcelo Gallardo. Mostaza dijo que nadie le iba a armar el equipo (supuestamente el Muñeco, como referente absoluto del plantel, le manifestó un disconformismo grupal con respecto a su filosofía futbolística). Segundo plantazo al hilo, pero aun faltaban otros.

Pedido por la gente y contratado por Blanquiceleste, en mayo del 2006 volvió a Racing. Con malos resultados e inmerso en un clima adverso, se despachó a gusto contra la autoridad de la empresa gerenciadora: “De Tomasso no me cumplió en nada. Me prometió un proyecto y no cumplió en nada”. Otra salida turbulenta.

Viajó a Ecuador para conducir al Barcelona de dicho país y, aunque ustedes no lo crea, tuvo que correr para no sufrir agresiones físicas por parte de los simpatizantes, que lo persiguieron con firmes intenciones de golpearlo. Obviamente se fue, no le quedó otra alternativa.

Este año, Horacio Usandizaga, presidente de Rosario Central, le ofreció la dirección técnica del equipo y Merlo, embalado y con el objetivo de salvar al equipo del descenso, respondió afirmativamente. Habiendo cosechado buenos resultados (5 partidos, con 3 victorias, 1 empate y 1 derrota), pero en zona de promoción, de la noche a la mañana pegó el portazo, dejando sin palabras a todo el pueblo Canalla. Fue público el entredicho con Ezequiel González, pero es poco creíble que haya abandonado el barco por ese motivo, el cual debería haber manejado de otra manera. También resulta irrisorio creer que se fue por no haberse adaptado a la vida en Rosario. Lo cierto es que, nuevamente, el ex volante central desperdició un trabajo, pisoteó la confianza de quienes confiaron en sus aptitudes y no respetó el proyecto por el cual fue convocado. Un proyecto que, años atrás, había demandado en Racing.

Su futuro es un gran signo de preguntas. ¿Qué pasará con el mañana de Mostaza? ¿Emocionalmente está para seguir luchando? ¿O se agota demasiado fácil?. Por el bien del fútbol argentino esperemos que pueda seguir en la palestra, aunque sus últimas apariciones podrían catalogarse como carentes de seriedad. Una pena.

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