David Beckham, el niño bonito, de quien pensaron: “Es demasiado lindo para ser futbolista”. Nicky Butt, rudo, agresivo, corría por todos lados. ¿Paul Scholes tenía un motor incorporado a los pulmones? No se notaba que sufría de asma. Ryan Giggs, delgado y con condiciones físicas y técnicas que lo hacían sobresalir. Los carismáticos hermanos Gary y Phil Neville, tan iguales y tan distintos a la vez. Así se los puede ver en el documental The Class of '92 (La Clase de 1992), que refiere al año en que estos seis proyectos que se convertirían en leyendas conquistaron la Copa de la Juventud de la FA.
Lo primero que hizo Alex Ferguson cuando llegó a Manchester United en 1986 fue comprar un mapa de The Cliff, el campo de entrenamiento del club. Estaba convencido que las divisiones inferiores eran el primer eslabón de la cadena de construcción. El problema era que había sólo dos cazatalentos en toda la ciudad de Manchester, por eso intensificó la tarea y en un mes logró triplicar el sistema de captación en el United. Confiesa el escocés: “Durante toda mi carrera como entrenador me enfoqué en los jugadores jóvenes. Creo que la base de un club de fútbol está en los jugadores jóvenes, así que puse a muchos en Primera”.
Ferguson es el ejemplo cabal de la influencia que puede tener un entrenador hacia una generación de futbolistas, sobre todo en la etapa formativa. Beckham, Butt, Scholes, Giggs y los hermanos Neville hicieron juntos las inferiores y a partir de 1995 llegaron a ser compañeros en Primera. Ferguson confió en ellos cuando fueron transferidos Paul Ince, Mark Hughes y Andréi Kanchelskis, tres pilares. Cuando muchos pedían refuerzos, el entrenador apostó a los valores de las divisiones inferiores y los apuntaló con Eric Cantona, Roy Keane, Steve Bruce y Gary Pallister. Ganaron la Liga y la Copa FA.
En esa época había una rivalidad visceral con Liverpool, que en los sesenta, setenta y ochenta tuvo un auge no sólo futbolístico sino también cultural. “Lo frustrante al crecer era que ellos tenían un gran equipo”, dice Giggs. “Los odiaba porque jugaban muy bien al fútbol, jugaban como correspondía. Tenían buenos jugadores y un buen sistema”, agrega Phil Neville. Por la cuarta ronda de la Copa FA, en el inicio de la temporada 1998/99, se enfrentaron en Old Trafford. “Ahí comenzó todo”, identifica Gary Neville. Manchester perdía 1-0 y faltaban cinco minutos. Quemando los últimos cartuchos, Ferguson puso al delantero noruego Ole Gunnar Solskjaer. Un tiro libre de Beckham al segundo palo, un cabezazo al medio de Andy Cole y la definición de Dwight Yorke sentenció la igualdad transitoria. Solskjaer, tras un centro al área que quedó boyando, selló el 2-1 final. “Esa situación creó el tono de la temporada. Para mí fue un punto de inflexión”, afirma Giggs.
Manchester continuó a paso firme y llegó al tramo final con posibilidades de ser campeón en todos los frentes. En diez días, tres partidos decisivos.
Última fecha de la Premier League, el 16 de mayo de 1999, ante Tottenham. El abuelo de Beckham era fanático de ese club y en cada Navidad le regalaba el conjunto del equipo londinense, aunque su padre, fervoroso hincha del United, le contagió la pasión por la camiseta roja. Fue Beckham quien señaló la igualdad transitoria antes de que termine el primer tiempo y Cole el autor del gol que valió el título. “Son los momentos especiales por los que sé que mi abuelo me habría insultado y luego se habría alegrado mucho porque yo ganaría una Liga”, asume un Beckham sentimental.
El 22 de mayo, la final de la Copa FA frente a Newcastle, en Wembley. Teddy Sheringham y Scholes aseguraron una nueva corona. “Nos divertíamos. Éramos amigos, salíamos y socializábamos juntos. Incluso salíamos en grupo con nuestras novias. Éramos seis jóvenes que disfrutaban de la vida como no te imaginás. Era como un sueño”, comenta Butt.
Quedaba la final de la Liga de Campeones, el 26 de mayo de 1999, en el Camp Nou, ante Bayern Múnich. No podían jugar Keane y Scholes, suspendidos. Ferguson eligió como reemplazante a Butt, quien sería clave en la remontada: “Es un soldado fantástico”. “Si vas a la guerra, llevás a Nicky Butt”, dice Phil Neville.
Ningún equipo inglés había ganado la triple corona en la misma temporada; Manchester podía hacer historia. Los alemanes alcanzaron la ventaja con un tiro libre y en el entretiempo Ferguson les preguntó a sus jugadores qué sentirían si pasaran por al lado del trofeo sin poder agarrarlo, besarlo y levantarlo. En tiempo adicional, Beckham sirvió un tiro de esquina que terminó en Sheringham, quien mandó a la red el 1-1 que forzaría el suplementario. Sin embargo, cuando no quedaba aire, otro córner de Beckham: Sheringham cabeceó en el área chica y Solskjaer la empujó al gol para sellar la conquista más relevante del ciclo triunfal.
En The Class of '92 se ve la esencia de chicos que crecieron juntos desde los 12 o 13 años y fueron tricampeones en Primera. Histórico no sólo para el fútbol británico sino para el fútbol mundial. Parece un logro inconcebible para los tiempos modernos, donde la inmediatez, el poder del dinero y las urgencias fagocitan los proyectos. Phil Neville revela parte de la receta del éxito: “Nuestra fortaleza radica en que somos hinchas del Manchester United”.
Artículo publicado en la columna de Camilo Francka en TyC Sports, en Blanco y Negro.
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