martes, 20 de julio de 2010

Dunga lo hizo

Dunga ya no tiene ninguna relación con el presente de la selección brasileña. “Llegué aquí para estar sólo cuatro años”, aseveró el entrenador después de anunciar que no iba a renovar su contrato con la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). La eliminación del Mundial en cuartos de final caló hondo en los huesos del elenco sudamericano por excelencia. Las atajadas monumentales de Maarten Stekelenburg y la solvencia de Holanda como estructura integral colocaron a Brasil en la fila del check out. Pero no todo en el fútbol pasa por el resultado. Las tonalidades intermedias equilibraron la balanza de un Brasil que pudo conjugar momentos de virtuosismo técnico con la impronta luchadora que impuso y suscribió Dunga, de puño y letra.

Brasil no traicionó su estilo histórico. O quizás “desertó” a medias. El corazón del gen brasileño que seduce a la afición futbolera, con un fútbol gestado y desarrollado a través de los marcadores laterales, es una condición irrefutable. Desde Djalma Santos, pasando por Carlos Alberto, Branco, Cafú y Roberto Carlos, hasta Maicon y Dani Alves. Cantera inagotable. Defensores sólo por su ubicación geográfica dentro de la cancha, pero delanteros por naturaleza. Con las bandas cubiertas por Maicon y Michel Bastos, Dunga logró consolidar la zaga central y el arco, dos zonas en las que, salvo excepciones, Brasil no registró baluartes legendarios. Lucio y Juan, dúo inquebrantable, y Julio César, considerado por muchos el mejor arquero del mundo. Mérito doble: cumplieron con creces su función y bancaron la parada cuando los aviones punzaban en el área rival. Algunos dirán que Julio César tuvo responsabilidad en el gol de Wesley Sneijder, y es cierto, pero a veces los gigantes deben mostrar su cara terrenal para que el público entienda que están hechos de carne y hueso.

Pero Brasil no fue sólo un equipo aguerrido. Kaká, Robinho y Luis Fabiano estructuraron una sociedad desequilibrante, que por momentos electrizó y le dio vuelo en los últimos metros a un conjunto que, si bien se apoyó sobre una defensa férrea, nunca perdió la perspicacia ofensiva. Esa llama inherente a la esencia del fútbol brasileño, una filosofía irrenunciable. No es fácil hacer rápida la transición después de que estrellas estrelladas como Ronaldo, Adriano y Ronaldinho dejaran de representar a la selección de su país. Brasil, a pesar de la exclusión, está tranquilo: tiene instrumentos para volver a sonar en los principales escenarios del mundo.

Dunga, más allá de su destino final, instauró un modelo inusual, que por lo menos no fue moneda corriente en la historia de Brasil. Vale y sirve para que su sucesor siga el camino del ex capitán. Aún hay luz en el fondo del túnel.

1 comentario:

  1. Muy bueno tu comentario, màs allà de todo , lo bueno , lo que màs me gusta de èste D.T., es su actitud y su declaraciòn , que asume su responsabilidad , aunque la culpa es de todos .

    Felicitaciones , son exquisitas tus notas.

    Saludos.

    L.I.

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