martes, 8 de junio de 2010

Lo que todos esperan de Messi

El Mundial de Sudáfrica es la vidriera para exhibir lo que estuvo guardado en fábrica. Lionel Messi tiene algo escondido. Los cordones de su zurda, hasta ahora estrictamente sujetados, quieren desprenderse porque necesitan hablar. Libertad de expresión, ni más ni menos, figura divina que aviva los aplausos cuando los mancos copan la parada. Futbolísticamente, el rosarino es un hombre que supera la media estándar. Si bien el mundo estará pendiente de su rendimiento, el compromiso de Messi pasará por lo que pueda resolver por sí mismo, por su propio proceso interior. Así, con el complemento necesario de los jugadores que lo rodearán, se verá una versión inflamable. En realidad, es lo que los argentinos esperan: que el futbolista del Barcelona explote con la camiseta de la Selección.

Messi es Messi porque tiene la capacidad de pensar con la cabeza a la misma velocidad que domina el balón con los pies. El combo, nutrido de las mejores vitaminas (ductilidad mental y grandeza técnica), desemboca en un vuelo difícil de contener. El pique corto, indescifrable, desorienta hasta al controlador de tránsito más cuidadoso. La sorpresa, el engaño de potrero, la tenacidad y el clamor popular van de la mano y acompañan el aire de un tibio suspiro con gusto a gambeta.

Si Diego Maradona lo banca hay que darle crédito, a pesar de que Messi no haya podido mostrarse en la Selección de la misma forma que lo hace en España. Maradona habla el mismo lenguaje que Messi. Se entienden y saben interpretarse. Lionel tiene al mejor maestro; Diego guía al mejor alumno. El rosarino posee el condimento esencial, la materia prima indispensable para soñar con el despegue. ¿Debe jugar de delantero? ¿De enganche? ¿Por derecha? ¿Por izquierda? ¿Como segunda punta? Discutir la posición de Messi es, a esta altura y con los acontecimientos sobre la mesa, un acto redundante. Los que tienen condiciones naturales pueden desempeñarse en cualquier puesto. Unos metros más adelante o más atrás, recostado sobre una banda o la otra, no representan elementos trascendentales.

Con epicentro en Sudáfrica, Argentina espera ver la madurez de un chico que creció de golpe; de un chico que ya es un hombre. Las fintas están intactas. Y las fichas arriman la cabeza para incrustarse en el paño verde: apuestan a Messi. Lionel disputa su propio Mundial. Que se cuiden los rivales…

1 comentario:

  1. A Messi, le exigimos , juegue , como en en el Barsa ; pero al equipo Argentino NO se le exige que sea o juegue como el Barsa. Entonces, dificilmente , su desempeño sea la fiesta que otro paìs està acostumbrado a ver. Ojalà mi pensamiento sea erroneo .

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