domingo, 22 de noviembre de 2009

¿Y?


¿Qué mejor que ganarle a España en Madrid para enderezar la nave? ¿Había alguna oportunidad mejor para demostrar el potencial que los protagonistas dicen que tiene la Selección? ¿No era el momento indicado para mostrar credenciales? ¿No era la situación justa para demostrar que este ciclo es más que una serie de declaraciones desafortunadas de Diego Armando Maradona? La atmósfera era ideal, pero Argentina no apareció en las primeras planas. Los flashes se fueron detrás de las camisetas rojas. El equipo que dirige Vicente Del Bosque es, en la actualidad, la mayor potencia europea, sólo superado mundialmente por Brasil, monarca sudamericano. Y los nuestros dejaron una imagen tibia y regular, sin la consistencia suficiente como para augurar un futuro que abra paso a la ilusión, aunque para que haya ilusión de cara a Sudáfrica 2010 deben existir muestras de vitalidad dentro del rectángulo de juego.

Maradona implementa un 4-4-2. Con ese esquema como predilecto, los laterales y los volantes externos son fundamentales, sobre todo para abastecer a los “solitarios” hombres de punta. No obstante, y a pesar de la necesidad evidente, en dichas posiciones aún no aparecen jugadores capaces de adueñarse de la camiseta. El ítem de los marcadores de punta no es nuevo: José Pekerman y Hugo Tocalli fueron a Alemania con la idea de marcar con cuatro en el fondo pero pusieron por afuera hombres que naturalmente eran zagueros. En la actualidad tampoco han surgido elemento potables para el ida y vuelta constante. Sergio Batista habló maravillas de Cristian Ansaldi (integró el plantel dorado de los Juegos Olímpicos 2008), un zurdo al cual Diego le está dando posibilidades en el equipo mayor. Hay que esperarlo. Después, nada. ¿No sería mejor probar con tres atrás?

En la zona media, Maximiliano Rodríguez sigue viviendo del golazo a México. El rosarino no tuvo buenos rendimientos y, al parecer, es la primera opción como mediocampista por la derecha. ¿Y Jonás Gutiérrez? No mucho más que el del Atlético de Madrid. Por el sector izquierdo el panorama es similar. Y la falta de juego de la Selección es evidente y se potencia por el mal momento que atraviesan los futbolistas. La desaparición de Lionel Messi ya dejó de ser noticia. Se reinventó la ofensiva con el ingreso de Gonzalo Higuaín, visto y considerando que Carlos Tevez y Sergio Agüero continúan el pleno descenso. Pareciera que el abanico (en todos las líneas) no posee las variantes que todos los argentinos creíamos.

Será cuestión de seguir ensayando. A esta altura, el dibujo táctico, a juzgar por lo que se ve, no es el adecuado para un equipo que corre atrás de la desesperación, para recuperar el balón generalmente dominado por el oponente. España era una medida muy buena, sin embargo, no se notó una evolución sustancial. Los errores son los de siempre; las virtudes, sobre todo expresadas en alguna maniobra individual que se sale del libreto, aparecen de vez en cuando. Argentina no convence a un público que exige acorde al peso propio de la historia. Ojalá que la movida en el cuerpo técnico ayude a encontrar un funcionamiento optimo. Dentro de este contexto, cada jugadita te eleva o te condena. Ya no hay margen de error. El tan ansiado Mundial aparece como un punto cercano en el horizonte de la Selección. Y el nivel de Argentina, por ahora… lejos.

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