miércoles, 1 de abril de 2009

Poca altura


La diferencia abismal entre la cotización de un equipo y el otro es por demás elocuente. Argentina, con todas sus figuritas, fue a jugar a las nubes, pero en el cielo, le cerraron las puertas a Dios. En una nueva muestra de la paridad futbolística actual, donde cualquiera le gana a cualquiera, Bolivia, inesperadamente, le dio un terrible revés al equipo de Diego Armando Maradona. La paliza quedará en la historia como uno de los triunfos más relevantes del seleccionado del altiplano y como la peor caída de un elenco argentino, igualando la del Mundial 58 contra Checoslovaquia.

Es indudable. La altura influye, pero han ido muchos a jugar al Hernando Siles y, si bien nunca fue fácil ganar allí, la cosecha nunca había sido tan pobre. Como declaró el propio Diego, los 3.600 metros sobre el nivel del mar no son utilizables como excusa.


El final se empezó a precipitar de entrada. La parcialidad boliviana copó el Estadio y vivió el encuentro como una verdadera fiesta, aun sabiendo que el sueño de Sudáfrica fue, es y será muy lejano. Quedó demostrado que el amor propio vale más que 254.000.000 millones en la cláusula de rescisión.


Nuestra Selección se quedó sin piernas a los pocos minutos y de ahí en adelante, todo se hizo cuesta arriba. Bolivia tuvo de todo: resistencia, despliegue, contundencia y desfachatez para animársele al “banco de euros”. El resultado, simplemente inexorable, fue una consecuencia de lo susodicho.


Como carta de presentación, los dirigidos por Erwin Sánchez cascotearon el rancho de Juan Pablo Carrizo con disparos desde media y larga distancia (incluyendo uno que rompió el travesaño). El arquero de Lazio respondió de manera sobresaliente, volando para evitar la ventaja tempranera, la cual, por tanta insistencia, terminó llegando. Después de ejercer una presión absoluta, a los 11´, una jugada desde la izquierda derivó en asistencia para Marcelo Martins, quien se sacó de encima a Emiliano Papa con mucha facilidad y definió, casi cayéndose, para abrir la cuenta. Baldazo de agua fría para los de Maradona, que arrancaron de la peor manera. El local no aflojó el ritmo y continuó yendo. Argentina, con timidez, avisó a través de una jugada de Messi que terminó con una buena respuesta de Carlos Arias, golero boliviano.


Lucho González, de rápido agotamiento, probó desde lejos con un remate que picó antes de ser contenido por Arias, que reaccionó muy tarde y le otorgó a Argentina la posibilidad de alcanzar el empate. Un poco de alivio. Parecía que el encuentro se encarrilaba, pero esto estuvo lejos de acontecer.


Messi tuvo en sus pies una clara para aumentar pero no pudo definir correctamente, en lo que fue la última llegada clara en todo el partido. Luego de un disparo, Carrizo, que hasta ahí venia sacando siempre, dejó un rebote corto que Martins, con un taco, volvió a meter al área. Zanetti capturó el balón y cuando quiso salir jugando la adelantó mucho y Alex da Rosa llegó a anticiparlo, el Pupi lo tocó abajo y el uruguayo Martín Vásquez, árbitro del partido, sancionó el punto penal: Joaquín Botero, con una ejecución al medio, cambió por gol. Los de Pelusa, así, entraron en un laberinto sin salida.


Sobre el final de la parte inicial, Argentina ejecutó mal un tiro libre a favor y pagó la falla en su arco. Arias sacó rápido y, luego de una maniobra desde la derecha, Alex entró solo por el sector opuesto y puso el tercero con un cabezazo efectivo. Cierre ideal y primer tiempo soñado.


La Selección se quedó sin piernas y únicamente un milagro podía hacer que la historia fuese distinta en la etapa complementaria. La defensa no daba seguridad, el medio retrocedía con dificultadas, los hombres dueños de casa contaban con espacios para herir y los puntas argentinos, totalmente aislados, no aparecían. Panorama oscuro que se fue ennegreciendo con el paso del tiempo.


A los 8´ del epílogo, Martins desbordó por la derecha, levantó un centro preciso y Botero dijo presente para ajusticiar con un testazo goleador. Minutos más tarde, Ángel Di María, que había ingresado por Maxi Rodríguez, le pegó una patada de atrás a un jugador rival y se fue correctamente expulsado. Cuando daba la sensación de que todo terminaba, el equipo seguía bajando escalones. Para colmo, Botero, por tercera vez, vacunó con un toque por debajo de un Carrizo resignado. A todo esto, Argentina aguantaba como podía y rezaba para que el partido finalice.


Para decorar la goleada, Didí Torrico controló tras taco del goleador de la cancha y sacó un tremendo derechazo fuerte y bajo que se metió en el palo custodiado por Carrizo. Si, ya no había lugar para seguir sufriendo goles. Vázquez, de correcto trabajo, se apiadó de nosotros y concluyó la historia.


Bolivia sumó tres puntos de oro, jugó un fútbol de alto vuelo en ofensiva y, aunque cometió desajustes abajo, nunca puso en jaque el triunfo. Los muchachos de Diego se retiraron con la cabeza baja y, por supuesto, sin hacer declaraciones. Es cierto, no existían palabras, solamente reconocer internamente la superioridad del rival, asumir haber quedado en la historia negra del fútbol argentino y mejorar para, con Colombia y Ecuador, sumar seis puntos que servirán de mucho.


Si hay que referirse a la performance individual, dentro de lo mediocre, se destacan algunas tapadas de Carrizo que evitaron un marcador mucho más abultado y las ganas de Fernando Gago, que tuvo que correr el doble por que Mascherano jugó realmente mal. Si, el capitán es un ser humano, no puede actuar siempre bien.


Ahora hay que mejorar, corregir, hablar y hacer autocrítica. El primer paso se dio cuando Maradona no puso objeciones en la rueda de prensa. Está claro que los millones de dólares no entran a la cancha. Cada uno debe interpretar su rol para llegar al Mundial (calculo que clasificaremos) teniendo solidez como equipo, ese es el camino adecuado para conseguir la Copa del Mundo.

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