viernes, 18 de mayo de 2012

Luis Monti, el futbolista que expatrió Mussolini

Luis Felipe Monti nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1901. En 1921 debutó en la Primera de Huracán, donde el mismo año ganó el primer título que el club de Parque Patricios obtuvo en el amateurismo. Sus características eran variadas: el ADN contenía una mezcla de fortaleza física combinada con destreza técnica para generar juego. En el viejo sistema de la WM, Monti era centro-half, una posición que le permitía defender cuando el equipo perdía la pelota y desdoblarse en ataque cuando había que avanzar. La versatilidad, además de grandes réditos deportivos, le dio el apodo Doble Ancho, justamente por su capacidad para cubrir más de un sector de la cancha. 

Sus buenas actuaciones hicieron que Boca lo contratara en 1922, pero en el Xeneize no tuvo continuidad y se fue a los pocos meses. Se lo llevó San Lorenzo, que lo incorporó para la segunda parte de la temporada. Monti se consolidó y conquistó los campeonatos de 1923 (el primero de la historia del Ciclón), 1924 y 1927. En San Lorenzo permaneció hasta 1930. 

El 10 de agosto de 1924 comenzó su recorrido en la Selección, a los 24 años, en un amistoso contra Uruguay que terminó 0-0. En 1927 fue clave en el plantel que se consagró en el Campeonato Sudamericano (la actual Copa América) y al año siguiente se colgó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. Sin embargo, el evento más importante que disputó para Argentina fue el Mundial de 1930. En Montevideo, el conjunto de Juan José Tramutola se presentó ante Francia y Monti marcó el único gol del partido. Así, se convirtió en el primer jugador argentino en anotar en una Copa del Mundo. También repitió en el 6-1 frente a Estados Unidos, en semifinales. 

En la serie definitiva tocó Uruguay, el anfitrión. Tiempo después, Monti le confesó a un periodista: “Tuve mucho miedo cuando jugué ese partido porque me amenazaron con matarme a mí y a mi madre. Estaba tan aterrado que ni pensé en el partido que estaba jugando, y perjudiqué así el esfuerzo de mis compañeros”. Finalizado el acto inicial, Argentina se imponía 2-1. En el vestuario toleró el apriete oriental, reconocido por Francisco Varallo, delantero de ese equipo, en entrevistas posteriores. En el complemento Uruguay usufructuó el nerviosismo de su rival y le metió tres goles. El 4-2 significó un mazazo para los argentinos; y para Uruguay valió el trofeo preciado. 

Luego de la gran decepción, a Monti le cambió la vida tras recibir la visita de dos emisarios enviados por un Benito Mussolini siempre dispuesto a utilizar el deporte como canal de propaganda fascista. Le dijeron que la profesionalización del fútbol argentino era inminente y que al concretarse iba a tener el pase libre para emigrar a cualquier institución. La orden del Duce era clara: hacer que Monti desembarcara en tierra italiana. Para cumplir el objetivo le ofrecieron una transferencia misteriosa. Monti no entendía. 

-¿En qué equipo de Italia voy a jugar? 
-En uno de los mejores. No se preocupe por eso. Usted limítese a cuidar sus piernas. Dentro de poco vendrá alguien más importante que nosotros, le dirá el nombre del club y le hará firmar un contrato para garantizarle todo lo que le ofrecimos. 

Los meses pasaron y en 1930 un representante de Juventus llegó a Buenos Aires para sellar la negociación. El profesionalismo en la Argentina era una realidad y no aparecían obstáculos que dificultaran el acuerdo. Con el camino allanado, Monti rubricó un vínculo por cinco mil dólares mensuales, una casa y un auto a estrenar. Antes de irse, el agente le depositó cincuenta mil dólares en una sucursal del Banco de Italia y en otra del Banco Río de la Plata, de Buenos Aires. De este modo, Monti suscribía el ingreso a una mafia inabarcable. 

Cuando Monti se instaló en su nuevo país, Mussolini lo sometió a un entrenamiento riguroso que él mismo mandó a supervisar. El Doble Ancho se exigía de martes a sábado, los domingos jugaba con Juventus y en la semana se acostaba a las nueve de la noche, no más tarde. Y tenía otras restricciones: por ejemplo, fumar e ingerir bebidas alcohólicas. El contrato de Monti constaba de 54 prohibiciones que debía respetar sin excepciones. De lo que no estuvo imposibilitado era de representar a Italia. El Duce se encargó de conseguirle la nacionalización. Y por eso pudo debutar en la selección el 27 de noviembre de 1932. 

Bajo la conducción técnica de Carlo Carcano, Juventus patentó el legendario Quinquenio de Oro. La Vecchia Signora se coronó campeón en cinco temporadas consecutivas (desde la 1930-1931 hasta la 1934-1935). Monti participó de las últimas cuatro gestas. En el período 1937-1938 engrosó su lista de títulos con la Copa Italia. 

En 1934, Mussolini puso en Monti las esperanzas de un nuevo ciclo. Se avecinaba la segunda Copa del Mundo y el convite se volvía irresistible. Tras la ausencia en 1930, Italia, organizadora del certamen, tenía que ganar el Mundial. Mussolini también expropió a los argentinos Enrique Guaita, Raimundo Orsi (jugaba con Monti en Juventus) y Atilio Demaría, y al brasileño Anphiloquio Guarisi Marques (italianizado como Anfilogino Guarisi). 

Con manipulación de arbitrajes y suspicacias incesantes, Italia superó a Estados Unidos, España y Austria. Los tres triunfos le otorgaron el derecho a disputar la final con Checoslovaquia. “Por decisión de Mussolini podíamos pedir lo que se nos ocurriera si ganábamos esa final. Dinero, casas, mujeres, autos, el placer que se nos antojara. Éramos los seres humanos privilegiados de Italia”, recordó Monti. 

El cotejo lo ganaron los locales 2-1. Igual tuvieron que sufrir. Italia se fue al descanso en desventaja y el Duce expidió un manuscrito dirigido a Vittorio Pozzo, el entrenador, quien lo leyó en el vestuario: “Usted es responsable del éxito, pero si fracasa… que Dios lo ayude”. Pozzo enfrentó a sus jugadores y les dijo: “No me importa cómo, pero hoy deben ganar. Si perdemos, todos la pasaremos muy mal”. La plegaria dio resultado. 

Monti continuó en Juventus hasta 1939 y de la selección se retiró en 1936. En su club registró más de 200 partidos oficiales, con la nacional europea 18, y con Argentina, 16. Concluida la etapa de futbolista, fue director técnico de Triestina, Juventus, Varese, Atalanta, Vigevano, Huracán y Pisa. Murió el 9 de septiembre de 1983, a los 82 años. 

Perpetrado en el recuerdo de los memoriosos, Monti logró marcas históricas para la época y se transformó en un ícono del fútbol mundial. Sus cualidades y sus actuaciones memorables quedaron grabadas y aún hoy son veneradas, sobre todo en Italia. Porque en la Argentina se asentó una remembranza paralela: la del hombre expatriado por Mussolini.

5 comentarios:

  1. Sr. Camilo Francka, lamento leer lo escrito, soy familiar de Luis Monti y hay muchos datos que son verdaderos, de hecho son vergonzosos de leer.
    Luis Monti nunca se nacionalizo italia, y jamas firmo un contrato, ademas nunca recibio las sumas de dinero que usted menciona.
    Ademas fue san lorenzo quien vendio a mi abuelo a la juventus.
    Cualquier duda, tiene mis datos, no cuesta nada pregunta, le puedo responder las cosas tal y como fueron, no lo que circula por internet.

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    1. Hola Lorena. Me podrías pasar un contacto? Me gustaría conversar con vos. Mi mail es camilof_12@hotmail.com. Muchas gracias!

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  2. Estimada Lorena:

    Para certificar el contenido de los puntos que objeta, pongo a su entera disposición la parte del libro del que saqué la información del contrato y de la llegada a Juventus en libertad de acción. En ningúna parte de la nota utilicé "lo que circula por internet".

    El libro es de acceso público y se encuentra en la Biblioteca Nacional.

    De todos modos, si el libro no contiene la historia verídica, entonces confié en la fuente equivocada.

    Atte.

    Camilo Francka.

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  3. no se pero yo naci el dia que se murio....... y yo si lo googlie..... y me caen mal los italianos

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  4. Muy buena la nota. Estuve revisando revistas de la época y no me cerraba por qué decían que Monti podía descansar tranquilo. Sobre todo la "Caras y Caretas", que decía que sólo tenía que cuidarse pero estaba salvado económicamente. Otro detalle: En 1931 pasa a Sportivo Palermo. Era imposible ser transferido a Italia desde San Lorenzo, porque este último jugaba en la liga profesional y estaba desafiliado de la FIFA.

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